Dios impuso “leyes físicas y químicas” en todo lo que él creó dentro o fuera de este mundo. Estas leyes son justamente el sostenimiento de cada cosa que existe, y de su relación con su medio ambiente. Nada existe que no tenga impregnado en la existencia de cada ser, o de cada cosa, sus propias leyes que lo regulan, lo gobiernan y lo mantienen. Esas leyes regulan los límites de su co-existencia.

Nuestro cuerpo vive dentro de parámetros específicos que no podemos pasar por alto a menos que pongamos en riesgo nuestra propia existencia. De hecho, no podemos vivir en calores extremos, ni podemos sobrevivir en fríos extremos. Fuimos creados para vivir entre ciertos límites o parámetros de temperatura, entre límites de alimentación, entre límites de proteínas y minerales, entre límites sociales y culturales, entre límites emocionales y sicológicos. Cuando excedemos esos límites, o algo o alguien no lleva a sobrepasar esos limites, buscamos irremediablemente los problemas y aun hasta la muerte. Un pollito no nace a los 3 días, necesita 21 días de incubación.

Un pastel, si lo sacas del horno antes de tiempo, este está aún aguado e incomible, y si lo dejas demasiado tiempo se quema, igual no va a servir. Así pasa con la resistencia humana, el cuerpo colapsa cuando se rebasan ciertos límites.

De hecho, la creación misma del ser humano denota una prohibición enfática de no exceder ningún límite que regula su sobrevivencia. Esos limites pueden ser internos, (dependientes de su propio organismo), o externo (leyes que están demarcadas en su medio ambiente). Penosamente, el ser humano siempre atenta rebasar estos limites internos, (pensándose héroes y no estúpidos) y muchos de hecho mueren en el intento.  Ejemplo: Las olimpiadas, carreras de autos, motocross, etc.

Un buen ejemplo de un limite externo que el ser humano debía cumplir y no lo hizo, fue el que Dios mismo le impuso al inicio mismo de su existencia cuando dijo: “no comerás del fruto prohibido por que de cierto morirás”; y se lo comió, ocasionando para sí mismo su propia muerte.

Creamos en Dios o no creamos en él, las leyes de la naturaleza están presentes en todo los que existe, en lo visible y en lo invisible. Y aunque queramos negar la existencia de esas leyes del universo, creadas por esa mente maravillosa que todo lo hizo con cálculos inteligentes, pensados, meditados, lógicos y necesarios, allí están siempre presentes.  No podemos negar su obra aunque queramos. Vivimos inmersos en toda ella. Y si negáramos que esa es su obra, cada vez que rebasamos un límite establecido, no nos queda mas remedio que tratar de entender esos limites y escudriñar en las razones de esos limites, lo cuales Dios nos doto del raciocinio suficiente y necesario para que hasta el más tonto pueda darse cuenta de esos límites. De hecho, desde que tienes uso de razón sabes que si metes la mano al fuego te quemarás, arderá, te lastimarás, y te dolerá.

Nuestro cuerpo esta cargado de censores por todas partes que nos permiten caminar y mantener el balance entre todos los límites que nos rodean. Podemos alcanzar y agarrar objetos, acercarnos a los labios de nuestro ser más querido, y sentir un beso. Y sabemos cual es la diferencia entre un beso y una trompada, ¿verdad?, y más allá de eso, sabemos que a cada acción le sigue una reacción.

Hoy quiero explicarles por que razón tanto el Capitalismo como el Comunismo o Socialismo son los dos extremos opuestos en los que la humanidad no puede sobrevivir.

Comparemos por un momento la vida con una carretera o un camino cualquiera. Hay personas que viajan a una velocidad y otras a otra velocidad. Un vehículo con una velocidad muy lenta entorpece el tráfico de los demás, y puede ocasionar graves accidentes. Por otro lado, alguien que excede ciertos límites de velocidad, también pone en peligro tanto su vida como la de muchas personas dentro y fuera de la carretera, no digamos la suya propia.

En todas las grandes ciudades en donde existen carreteras libres, (Freeways), existen límites mínimos y máximos para viajar por estas carreteras. Usted puede ver avisos que dicen MIN 35 MAX 65, esto indica los límites mínimos y máximos a los que se puede viajar en una carretera, y así todos viajan con más seguridad, y el tráfico normal no se interrumpe, es así como todos logran llegar a sus respectivos hogares y oficinas, a tiempo.

Pero como en cualquier carretera, también puede haber transeúntes indisciplinados. Imaginemos por un momento a niños muy contentos jugando en medio de esa misma carretera. Derepente pasa un fulano en su Ferrari último modelo, a tanta velocidad que no pueda percatarse de que hay niños jugando football en el camino. A pesar de que puedan haber habido avisos en los dos costados de la carretera anunciado en letras grandes “NINOS JUGANDO-MANEJE DESPACIO”, los pasa arrollando a todos. Su excusa es claro, ¿para que se pusieran a jugar esos niños en la carretera? La carretera no es un parque de juegos, ¡No es mi culpa! Ustedes saben que este evento es real, sucede en todas partes del mundo, por desgracia todos los días. Más aún, por la velocidad a la que pasó el chofer, o por los tragos que se tomó, quizá este individuo ni cuenta se dio de cuantos heridos o muertos dejó en el camino. No se percato de los avisos anunciando que había niños ese momento jugando en la carretera y quizá hasta huyo de la escena del crimen. Por supuesto a la velocidad que iba nunca iba a ver esos anuncios, … pero otros si lo saben. Si ven esos anuncios. Viajan con más cuidado. No matan a nadie en las carreteras.

Sabemos que si existen personas que no tienen escrúpulos, personas que creen que los límites son para otros, pero no son para ellos. Personas así son irrespetuosas de los limites de coexistencia que existen en toda sociedad, son como mentes endemoniadas que hacen lo que quieren, viven sus propias leyes y sus propios limites, por que esa es su naturaleza y asi son sus instintos. Todos sabemos que existen estas mentes perversas en todas partes. A veces en nuestra propia familia, a veces en nuestro barrio, en el trabajo, en la Asamblea Constituyente, y aún hasta en la Presidencia de un país. Ratas que no respetan los limites y meten en aprietos a otros los hay en todas partes.

Dios nos doto de esos censores para conocer y entender nuestros límites. Pero mas que eso, nos dio la capacidad de limitarnos a nosotros mismos, justamente para poder existir y coexistir con los demás. El ser humano ha entendido estas leyes de la naturaleza y ahora creamos leyes civiles y penales contra el exceso de armas, contra el exceso del licor, contra el enriquecimiento ilícito, contra el abuso de los menores, contra el abuso de las horas de trabajo, contra todo lo que afecte a la sociedad.

Creamos manuales para aprender a usar todo correctamente. Pero no hemos creado leyes ni manuales de sobrevivencia contra la riqueza excesiva, ni contra la pobreza excesiva. Muchas personas no han pensando en esto, y otras pensaran que esto es innecesario, pero no lo es.

Si nos ponemos a analizar serenamente las acciones y reacciones de los extremos sobre cualquier cosa, nos daremos cuenta de los horrores que representan cualquiera de los dos extremos entre la riqueza y la pobreza. Pero, primero tenemos que compararla con algo, y para ejemplo podemos usar el frío y el calor. El calor extremo nos quema, nos destruye, y morimos. El frío extremo nos congela, y aunque nos preserva indefinidamente, igual perdemos la vida. Así es la riqueza y la pobreza. La riqueza extrema degenera a la raza humana al punto como ya lo vemos con nuestros ojos.

Los efectos de la riqueza son la acumulación de la producción, de los productos, servicios, alimentos, medicinas y bienes en manos de muy pocas personas, mientras otros sufren la escasez casi total de ellos, más corrupción, más degeneración de la raza humana.

La extrema pobreza por otro lado es no solamente indigna al ser humano, sino mortal. Los efectos de la pobreza ya esta extensamente documentado: más criminalidad, más alcoholismo, más drogas, más prostitución, e igualmente, más corrupción, más degeneración de la raza humana. Si Dios le dio al ser humano la capacidad de entender el grave peligro que representa el exceso de alcohol en un borracho que debe manejar un bus escolar, así también le dio la capacidad para entender el grave peligro del exceso de la riqueza y del exceso de la pobreza. Pues las consecuencias son devastadoras, para cualquier sociedad en la que exista.

Si el dinero, o la fortuna, o los bienes, están presentes en alguna parte, es por que están ausentes en otra parte. No hay misterios sobre esto. Ni se requiere de mucho entendimiento para darnos cuenta de esto. Ahora piensen un momento en esto. ¿Cuanto dinero necesita realmente, una sola persona, para vivir cómodamente en nuestros días? Digamos que $10,000 USD para una sola persona, cada mes, es quizá dinero suficiente para que sobreviva muy decorosamente. Y en verdad eso sería lo ideal. Pero no es así. De hecho, la humanidad no ha puesto límites a la riqueza, y entonces, hay personas que ganan $100,000 o $1 millón de dólares, y muchos ganan más de 10 millones de dólares cada mes. Muchos pensarán que esto es solo un cuento de hadas. Pero no es así. Esto es más real que el sol de cada día. Por supuesto que, estas personas, aunque quieran gastarse lo que tienen, no pueden. De hecho todas las personas que están enfermas de la avaricia no son generosas con nadie, ni con ellas mismas. Peor con los que les rodean. Ellos viven acumulando y acumulando todo el dinero y bienes que puedan y no importa cuanto logren no pueden gastárselo, hasta que por supuesto llega el día en que mueren, y alguien más los hereda y así continúan el ritmo enfermizo e inhumano de ver la vida y de entender las cosas. Por eso tenemos que pensar seriamente en que si Dios siendo más grande que todos nosotros pensó en los límites para todo lo que existe. Nosotros también, -ya hemos puesto límites en muchas cosas-, pero no hemos puesto límites a la riqueza. Y digo a la riqueza, por que de pobreza ahora sobra. No quiero decir con esto que yo este enteramente de acuerdo con que exista igualdad social, o socialismo, o comunismo, sino que, debemos permitir que el ser humano se desarrolle dentro de determinados límites socio-económicos que le permitan vivir decorosamente, y que al mismo tiempo, no hagan daño a toda la sociedad que nos rodea. Solo entonces es que podremos hablar de igualdad de derechos, y de los derechos universales del ser humano. Mientras tanto, solo vivimos un sueño macabro del cual tenemos que despertar algún día.

Si estas de acuerdo con este escrito. No lo dejes en el olvido. Compártelo con todos tus amigos y seres queridos. Ayudemos a que otras personas también piensen y profundicen sobre este tema, y quizás ellos puedan también comprender lo macabro que resulta para la humanidad “vivir sin límites”. Como ya estamos viviendo hasta ahora.

La historia de la humanidad es la prueba fehaciente de que vivir sin límites no fue ni es la mejor manera de vivir para el ser humano. Dios dejó esto a nuestro libre albedrío. Pensando que tendríamos la inteligencia para entenderlo. Y de hecho ya lo hemos entendido en muchos campos. Pero aún nos falta el más importante. El campo de la pobreza y la riqueza.

El rico no puede despojarse por si solo de sus bienes, -ya lo dijo así el mismo Jesús del Evangelio-, el nunca a a querer renunciar voluntariamente a sus bienes ni a sus riquezas, pero para Dios todo es posible, y si él puso cordura y raciocinio en todos nosotros, también nos dio la inteligencia para auto-imponernos límites para nuestro propio buen vivir, y también para entender mejor entre hacer las cosas bien y hacer las cosas mal.

Desgraciadamente, como no hace falta aclararlo, el rico nunca se va a auto-imponer ningún límite. De hecho nadie que tenga un Ferrari quiere saber de límites de velocidad, o de tener que manejar un auto más lento. El que maneja un Ferrari no quiere saber que en la ciudad la velocidad máxima es de apenas 35 millas por hora, o de que en las áreas escolares es solo 15 Millas por hora.

El rico y su Ferrari querrán siempre lucir su hermoso auto a la máxima velocidad posible, muera quien muera en el camino.

Referencias:

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